Yenla ya había dado sus edictos a Critor y éste entendía que, por la senda evocada, ya no habían caminos. Las decisiones y sentencias de la fémina del adelantado, le hacían obedecer lo que tenía en configuración desde sus siete ingresos en la esfera de Plantea G. Además, de ya haber entendido toda la conformación del pequeño pueblo y lo que significaba para los subyugadores, estaba preclaro con lo que Scender comenzaría a indicar.
Keting venía de una reunión con Carand, la fémina creacionista. El adelantado de los mensajes y las imágenes se obnubilaba con tal mujer, ya que de ella extraía las verdades y, también, las melancolías. En su observancia para con ella, en primer término estaba el amor y luego el cariño; sin embargo, las innumerables reuniones con tal dama, hacían que el paladín obtuviera directrices para con sus comportamientos desde el cuarto plano, dejando a la postre la tercera dimensión.
El tiempo se había acabado en cuanto a giros para esta versión y Scender daría información que afectaría con creces las acciones en Planeta y Carand debía tener, por lo menos, un formato en esta versión de su existencia para evolucionar en la siguiente. En esto Keting no tenía dudas para transmitir y ceder para con su elevado amor terrenal.
Cador al deducir que el tiempo estaba fracturado, nuevamente, en los dominios de los Certus Pirismus y Num, decidió enviarle una señal a Patter. Para tal envío usaría el éter y su capacidad de viajar por toda la creación y llegar hasta ella. Él sabía que para tal acción debía estar autorizado por su padre, ya que la fémina era tanto hija como perfecta.
Las acciones que, con anterioridad había realizado hacia ella, aún lo mantenían en la lejanía y solo podía darse una pequeña posibilidad de reunión en la siguiente dimensión y había que asegurar el paso y localización de Patter. La fractura debía tener amplias dimensiones, obligando a Cador a ser implacable con las directrices que señalaría Scender.