Los embates que propina la vida dan como resultado una obligación total hacia el corto plazo. Uno quisiera que las cosas no sucedieran tan desordenadas y convulsivas; sin embargo, el sistema social imperante, en mi nación, hace que las variables se multipliquen y hagan de nuestras existencias un caótica situación. Obviamente, la vida es así –me comentará el 99% de mis congéneres-; no obstante, en la precariedad de la dinámica existencial el factor dinero es gravitante y tiraniza la existencia.
Uno en la vida a agradece lo que le sucedió, sucede y sucederá. Tiene que tener en claro que las debilidades son más que las fortalezas, solicitando siempre que si la balanza se equilibra de esa forma, ojalá no se desestabilice nunca. Siendo así, la valorización de la buenaventura tienen que dárselas a sus actos y, por sobre todo, a quien está reconociendo los episodios y entregándoles autorización para que sigan produciéndose.
Por ello es que optado realizar las cosas como se vienen presentando. Si es que hay un ser superior que registra mis actos, espero tenga para bien que ante todas mis debilidades trato de hacer, solamente, lo que está condicionado por la Buena Fe. Dado que conmigo no hay caso, con mis acciones y pensamientos tendré la satisfacción de no haber vivido con una falsa proyección, dado que la precariedad cambiaria es una sacra reliadad.