Yo ahora te hablo a ti, mi creador y vengo hacia el entorno que me has mostrado y en absoluta convicción y razón te regalo mi corazón. Ese núcleo que tú me enseñaste a separar para ver más allá de todas las palabras, entendiendo muy bien como se forja la conciencia en la humanidad.
Es el máximo de los regalos de hoy, pero no será el único dentro de la realidad que me has enseñado. Pero de ti, ahora, requiero la máxima ponencia de la magnánima capacidad que, constantemente, manifiestas y concentras en cada uno de tus hijos. Mi renuevo te necesita y no es cosa mínima.
Estoy seguro que él, en el eventual futuro que le configurarás, sostendrá el estandarte de tu arribo al mundo; por ello es que ha de ser el más capacitado y el menos endeble. Protégelo y cúbrelo para que nada ni nadie lo alcance mientras se forma y desarrolla.
Siendo así como yo me manifiesto para contigo, que sea siempre mi corazón partido tu morada en el nuevo mundo, que para muchos mañana no será desconocido.
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